Escrito por el Dr. Jesús Gánem Martínez, presidente de Ifedec- Carabobo
La Mayoría de los venezolanos observamos que este gobierno tiene fortalezas, por cierto, cada vez más reducidas, pero también debilidades innegables, una de ellas, la pérdida de la emoción de otros tiempos y el desgaste del furor popular y la vehemencia callejera que se puede apreciar menoscabada, producto de la conflictividad social y la burla permanente hacia los más desposeídos.
El gobierno autocrático apoya su fortaleza en la renta petrolera, con un manejo abusivo de miles de millones de dólares sin control alguno, sin embargo, hoy día, con todo ese río de dinero, se siente replegado, a la defensiva y no muestra iniciativas, salvo su aberrante política de confrontación que de alguna manera le permite subsistir bajo el influjo de un discurso clasista que marca diferencias entre pobres y ricos, blancos y negros, escuálidos y revolucionarios. Por fortuna, la oposición ha madurado y sensatamente esquiva la maquinación del régimen y ha dicho a las claras que no caerá más en la artificiosa treta cubana, por lo que ha asumido una política de denuncias y propuestas en torno a los temas sociales y su incidencia negativa en la población venezolana.
La estrategia del oportuno silencio y la no subida al ring de boxeo que propicia Chávez, indudablemente que le ha creado a la Sala Situacional de Miraflores un tremendo problema. Ahora sienten que la manipulación de la opinión pública está mermada y limitada la verborrea contra el Imperio, -arma electoral castro-comunista- porque ya no está Bush sino Obama, un demócrata que para mayores dificultades es afrodescendiente, y en Colombia no está Uribe, sino Santos, con quién ha tenido que entablar forzosamente relaciones bajo presiones de todo género, incluyendo la aceptación de frenar el apoyo a las Farc, así como tampoco su eclipsado Lula, lo que atenúa la estrategia de confrontación. Posiblemente Chávez al final, obstaculizado su propósito, tendrá que buscar un contendor dentro de su entorno y los boliburgueses, que de seguro van a alborotar su empedrado camino.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y los demócratas también tenemos nuestros lunares. Vemos entristecidos como todavía políticos y opinadores le hacen el juego indebidamente a Chávez, al no tomar en cuenta los análisis que demuestran que éste mantiene un aceptable nivel de respaldo en las clases populares y que por tanto la estrategia no es humillar o trastocar el sentimiento popular del chavismo hacia su ícono, que tiene sus razones, sino denunciar sus angustias, el dolor, y la insatisfacciones de tanto pueblo que hoy se siente desesperado por el engaño de un gobierno que se colocó de lado de quién fue su soporte principal.
Vale la pena insistir, disculpas de por medio, en el imperdonable error de aquellos compañeros de ruta que insisten en descalificaciones generalizadas, sin observar que la población, con la manifiesta participación chavista, está harta de peleas inútiles, con sueldos miserables, sin hospitales, con sufridas fallas eléctricas y grandes apagones, horrorizados por la violencia que mata sin piedad a sus hijos, pero siguen anhelando la paz. Quieren otra cosa, no desean más peleadora entre hermanos venezolanos, sólo aspiran vislumbrar quién les resuelva sus crecientes calamidades.
La emoción que hasta hace algunos años tuvo Chávez y su gobierno, se desvanece a lo largo del nuevo tiempo, donde el perfil es el abuso, el derroche y la corrupción desenfrenada. El candidato de la alternativa democrática está obligado a buscar la concertación de todos los sectores de la vida nacional sin excepciones. Hay aspirantes que están en sintonía con estos propósitos, porque es la auténtica manera de multiplicarnos para ganar. Reflexión que cordialmente hacemos la gente del IFEDEC Carabobo.